Lo que siempre nos habitó

Crecí en una casa de paredes anchas que parecían querer contener el mundo entero. Con olor a barro fresco y a tierra húmeda después de la lluvia.

Crecí en una casa de paredes anchas que parecían querer contener el mundo entero. Con olor a barro fresco y a tierra húmeda después de la lluvia.

Mi mundo tenía apenas cinco cuadras. La iglesia se inclinaba desde la esquina, como una vieja sabia que todo lo había visto. La escuela esperaba impaciente, siempre a una carrera apresurada de distancia.

Las cigarras anunciaban diciembre con conciertos que solo el calor comprendía, mientras los mangos regalaban su perfume pegajoso. En marzo, el aire traía el aroma de las guayabas maduras, y así transcurría la vida: cálida y cercana, como un abrazo que no se cansa.

A los quince, ya me había aburrido de las tempestades de Robinson Crusoe. Ya me había escapado con Phileas Fogg en viajes imposibles, y ya habia descifrado todos los enigmas de la Isla Misteriosa. Mí brújula interior pedía otros horizontes.

Y entonces, apareció Gabo. Llegó a mi vida con su tormenta de mariposas amarillas con ganas de fiesta. Las letras europeas se desparramaron como sopa en plato hondo.

Sus palabras eran tan familiares que parecían sacadas de las historias que mi papá me contaba o de los relatos nocturnos de mi abuela.

Cien años de soledad llegó en forma de un libro prestado, con hojas más gastadas que mi paciencia en un día de calor.

Pero después, la vida se puso filosófica. Llegaron Hegel, Kant, Nietzsche y toda esa banda de pensadores con preguntas complicadas sin respuestas.

Toda mi colección de Gabo, que para esos años ya incluía casi todas sus obras, quedó en el estante, acumulando polvo y un poquito de nostalgia.

Ayer empecé la serie basada en Cien años de soledad , y ahí estaba todo: el barro, el calor, la magia intacta. La estética, los detalles, la historia… todo en una pieza perfecta.

Probablemente si no leíste Cien años de soledad, verla sería como caminar por un laberinto sin mapa. Pero si recorriste esas páginas, vas a ver magia en cada escena, vas a entender que el tiempo no es una línea recta, sino un bucle de locura fantástica.

Probablemente así como yo, vas a entender que quizás crecer no sea abandonar, sino redescubrir con otros ojos lo que siempre nos habitó. 🦋

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En mi blog comparto reflexiones sobre mi vida familiar, aventuras de viaje y experiencias profesionales. .