Crecí en una casa de paredes anchas que parecían querer contener el mundo entero. Con olor a barro fresco y a tierra húmeda después de la lluvia. Crecí en una casa de paredes anchas que parecían querer contener el mundo entero. Con olor a barro fresco y a tierra húmeda después de la lluvia. Mi mundo tenía apenas cinco cuadras. La iglesia se inclinaba desde la esquina, como una vieja sabia que...
Lo que siempre nos habitó
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